Si me remonto a los años 90, me veo llegando a la Universidad. Aquel lugar, era como entrar a una gran selva, variada y ensordecedora.
Unos hablaban de teatro, de la Cantante Calva, de la literatura contemporánea, con una Rayuela a la que todavía trato de buscarle sentido. De historias de Bolívar camino a los Andes o Cristóbal Colón llegando América, de una actualidad donde los muros que antes dividían, caían para unir.
Era la radio, la prensa, la televisión, el cine, un poco de fotografía … y al fondo del pasillo, estaba él, parado erguido, con sus teorías de mercadeo: el master del marketing, ahí estaba Philip.
Philip me enamoró. Encontrarme con sus teorías fue como entrar a una nueva dimensión del conocimiento y del análisis, que me permitía entender o darle sentido al comportamiento de las personas, y cómo esos hábitos y actitudes se convertían en prácticas, en campañas y en ofertas de ventas.
Observar
Observar, pasó a ser la herramienta más importante de trabajo. Todo radica en prestar atención, para entender las motivaciones de las personas, sus reacciones, sus sentimientos, para traducirlas después en líneas de mensajes que tendrían sentido y color sólo si, eran capaces de ofrecer calidad, un servicio y generar valor.
Ya no se trataba de los productos, se trataba de los Clientes, de predecir hacia dónde iban y pararse frente a ellos, para satisfacer sus necesidades. Se trataba de crear mercado, entendiendo a quién se le estaba hablando, para ofrecerles un paquete de beneficios.
Ya no se trataba de los productos, se trataba de los Clientes, de predecir hacia dónde iban y pararse frente a ellos, para satisfacer sus necesidades.
Entendí que el marketing era una carrera, un verdadero maratón, competido y a gran velocidad, donde todos iban por el mismo camino. Sin embargo, las motivaciones y el cómo te destacabas para conquistar el mercado, radica en cómo visualizamos la meta y en cómo transitar ese camino. Ahí entendí el valor de la Estrategia.
Todo el análisis, producto de la observación de los clientes, tenía que tener un sentido comunicacional, con un posicionamiento, que debía quedar plasmado en una Estrategia, para poder actuar así, frente al mercado.
El que me enamoró, ese Philip, sigue estando vigente, independientemente de los grandes cambios que se han producido en las comunicaciones desde ese entonces; ya no hablamos del Marketing 2.0, sino del 3.0.
El maratón ha seguido adelante, es un proceso continuo que evoluciona y mejora, es una carrera, como bien decía él, sin línea de llegada.
Escrito por: Carolina Páez-Pumar – Rabano.dulce@gmail.com
Comments