Una misma situación produce interpretaciones diferentes en personas diferentes. Lo que para una persona puede ser interpretado como un problema para otra es una oportunidad.
Tres dominios explicativos al enfrentar un problema.
Dominio de la responsabilidad:
El punto a determinar aquí es a quien uno hace responsable del problema, a uno mismo, o al mundo. De acuerdo al tipo de juicio que uno haga en este dominio, deviene un determinado tipo de persona y vivirá una determinada vida.
Dominio de la inclusividad:
Cada problema acontece en un dominio particular de la vida de la persona. Hay personas que restringen los juicios al dominio particular que corresponde con lo sucedido, y hay otros que usan el problema para la descalificación global.
Dominio de la temporalidad:
Cada problema acontece y tiene consecuencias en el tiempo. Para algunos las consecuencias del problema serán permanentes y afirman por ejemplo: “esto destruye mi vida para siempre”; nunca y siempre son sus alternativas. Para otros, los juicios que hacen a partir del problema son sólo aplicables a la ocasión involucrada y las consecuencias operan en una temporalidad acotada.
Relaciones personales y conversaciones.
Generalmente no vemos el fuerte vínculo que hay entre las conversaciones y las relaciones personales. Pensamos que tenemos una relación con alguien y que dentro de esa relación sostenemos conversaciones. Normalmente no somos observadores del hecho de que las conversaciones que sostenemos son las que en verdad están produciendo y reproduciendo la relación. Son nuestras conversaciones las que generan el tejido en el que nuestras relaciones viven. Mantendremos una relación con alguien mientras estemos en una conversación abierta y continua; si por cualquier razón la conversación se interrumpe, la relación tendrá el mismo resultado.
Una buena relación no es una relación sin problemas, es una relación que ha desarrollado la capacidad de emprender acciones que se ocupen de ellos en forma efectiva, y la forma en que nos hacemos cargo de los problemas es a través de las conversaciones.
Aspectos a considerar al momento de analizar la estructura lingüística de las conversaciones dentro de una organización.
Las empresas constituyen un claro ejemplo del poder del lenguaje, del poder de las conversaciones.
Una empresa es una red estable de conversaciones, las empresas son agentes de acción y como tales, se vuelven socialmente responsables de sus acciones. Las empresas constituyen un claro ejemplo del poder del leguaje, del poder de las conversaciones.
Es en las conversaciones que las empresas se constituyen como unidades particulares; también es en las conversaciones que las empresas aseguran su existencia en el entorno, haciendo ofertas y aceptando peticiones del mercado.
Existen al menos cuatro aspectos que conviene explorar:
1. Debemos aceptar que cada unidad esta especificada por sus límites. Lo que nos permite distinguir una unidad es el hecho de que podemos separarla de su entorno. Los límites de una empresa corresponden a una línea trazada por el lenguaje a través del poder de alguien para hacer la declaración.
2. La estructura de una organización está constituida como una red de promesas mutuas. Cada persona está ligada a la organización por compromisos específicos y es responsable de cumplir con algunas condiciones de satisfacción determinadas. Esta red interna de promesas es lo que le permite a una empresa cumplir sus propias promesas como entidad en el mercado.
3. Esta dimensión tiene que ver con el hecho de que los miembros de una organización desempeñan sus acciones sobre la base de un trasfondo compartido. Esto les permite generar condiciones sinérgicas que ahorran tiempo y recursos a la empresa. Este trasfondo compartido es producido por un permanente hilado de conversaciones y es lo que se conoce como cultura organizacional.
4. Esta dimensión es la que descubre como el lenguaje une a los miembros individuales de una organización. El futuro compartido permite a los que laboran en una empresa ejecutar acciones desde la base consensual y aspirando metas comunes.
Nuestro planteamiento de sustento es que todo esto ocurre en el dominio de las conversaciones. Si queremos comprender una empresa debemos examinar las conversaciones que la constituyeron en el pasado y las que las constituyen en el presente. Sus fortalezas y debilidades serán conducidas por las conversaciones.
Una empresa es un sistema lingüístico y todo lo que ocurre al interior de ella puede ser examinado desde la perspectiva de sus conversaciones.
Postulamos, en consecuencia, que las competencias comunicativas de una empresa determinan en alto grado su éxito o su fracaso. Una empresa es un sistema lingüístico y todo lo que ocurre al interior de ella puede ser examinado desde la perspectiva de sus conversaciones.
El trabajo fundamental de los ejecutivos consiste en habitar de manera permanente en las conversaciones. El éxito o fracaso de un ejecutivo está directamente relacionado con su capacidad de conversar.
Escrito por Alberto Cortés - Socio Fundador de VICA Consulting
Las ideas principales expuestas en este documento fueron tomadas de los libros:
La empresa emergente, Rafael Echeverría. 2010
Ontología del lenguaje. Rafael Echeverría. 2002
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